Animales
El agua fría anuncia en
otoño el próximo invierno. Se hace acopio de leña antes de que las húmedas
lluvia y nieve visiten las cabañas. El
viento se revuelve y trae con él cierto olor a matanza. Dos animales ofrecen sacrificios,
hombre y lobo se miran desde lejos, no sin cierto recelo.
Foto: Manuel Ángel Gutierrez
Entre los suyos, uno
come carne seca antes de meterse entre pieles para iniciar el viaje de los
sueños y otro ve acercase la noche con
un aullido de queja hacia la luna por el forzoso ayuno, antes de hacerse un
ovillo en su fría cueva.
La comida está
garantiza para uno de ellos al despertar y no tendrá que salir a cazar. El otro
no tiene alternativa, vive el día a día, y junto a su manada otea el horizonte
y afina el olfato para percibir lo que le trae el viento.
El ganado del hombre
parece que no ofrecerá resistencia, una barrera de madera no es obstáculo. El único problema es el
hombre que lanza fuego con sus manos y mata desde lejos. Audacia, sigilo y velocidad
son las armas del lobo, junto a la motivación más fuerte del hambre que siente
para seguir vivo. Para él, la lucha por la vida es a muerte.
Cuando todavía el alba
apuntaba y las sombras eran aún dueñas del bosque, el quinto sentido, la
intuición, despertó al hombre, mientras el lobo descendía por la ladera del
valle sin hacer ruido, acompañado por sus hembras. Quiso el primero no hacer
sangre y salió al encuentro con alimento.
Lo depositó en el lugar donde el viento podía llevar el mensaje y se
quedó a la espera, a distancia de salvaguardia.
Con las miradas y el
movimiento pausado de ambos animales se limaron resquemores mutuos, hasta que
la manada de lobos trajo a los propios cachorros, al fácil alimento del hombre.
El tributo de uno, tuvo la recompensa en amistad del otro.
© Samier 2014 24
4 comentarios:
Me gusta la historia: con una enorme simplicidad, sin necesidad de alharacas, y un buen sentido de la sensibilidad, has construido un breve cuento que llama mucho la atención hacia la relación que debería haber entre el hombre y la naturaleza que, en el fondo lo engendró...
Has conseguido transportarme a los recuerdos de mi niñez,cuando me llevaron a "tomar los aires" a nuestra montaña Leonesa...ese humo con olor a "cirrio" y las casas con olor a matanzas, las señoras con las prisas limpiando tripas y embutiendo...
Sencillo, pero lleno de intensidad. Me gusta cómo fluyen las palabras, con ritmo y armonía.
Precioso.
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