no puede, se apaga, no es su hora
lejanía de sábado a las cuatro de la tarde
silencio,
nos dijimos acompañado por nuestro callar
disfrute,
las hojas callan
ni el viento hace ruido,
amaina
nada se oye,
todo se escucha
por fin, ...era el momento
parloteo de nuestros ojos
dejándose hablar
en la hora incapacitada de mentira
todos duermen la siesta
la tierra frena su giro apelmazada de sol
una hoja despistada de temporada
choca en esta nueva primavera contra el suelo
duerme,
nuestras manos se sienten
las caras se relajan
callamos en el cerrar de párpados
y los planetas de nuestros pensamientos se juntan
en un beso de carne húmeda
que se busca y se reencuentra
en un todo,
amor.
Samier. Mayo 2012.
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