Pasaba
el tiempo pausado. El compositor ante su piano trazaba palabras en
notas que componía meloso en cadencia sin comas, sin silencios,
perseguido por el recuerdo de una infancia donde el estudio fue
juego. Buscaba los contrapuntos de su obra que nunca había escuchado
antes nadie en pentagramas imposibles, mientras perdía al crecer su
Arcadia en ritmos. Sólo al final y en un instante, mirando hacia
atrás la vida y de cara a la muerte, mostró su rostro una sonrisa
socarrona que parecía decir: no te hagas más de rogar cabrona.
Foto: D Galstyan
© Samier enero 2013
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