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En la última voluntad |
Un acuerdo sordo y mudo de equivalencias era corroborado entre la apariencia que se ofrecía a la vista y el dolor solitario. La metástasis cancerígena de las células se sincronizaba con el deterioro progresivo que el cambio del tiempo causaba en la casa que veía desde mi cama.
Me anunciaron mi transformación definitiva en cuestión de días, pues algunos ganglios estaban claudicando ante la confundida reproducción celular. A la vuelta de aplicarme la radioterapia las ventanas de la casa de enfrente aparecieron enladrilladas, las malas hierbas habían echado flores y un viento frío de un incomprensible verano se metió en mi cuerpo dejando mi alma vacía, como la casa de enfrente.
Descanso en paz.
Samier. Mayo del 2012.
3 comentarios:
¡Jopestres! ¡Lo que dan de sí doscientas palabras! Gran ovación, Samier.
ufff,conmueve,agita,altera los sentimientos. Enhorabuena.
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