2015/12/14

Aperitivo



Oda a la croqueta

No es fina en la forma
ni de colores se adorna
 más bien rechoncha, e incluso gorda
pero en paladar bella se torna


Crujiente entre dientes
su masa en frío o en caliente
en blanco deja las mentes
y te hace seguidor ferviente

Le va bien todo relleno
sea de anchoa, carne o huevo
y en especial si es jamón del bueno
que en siendo así te deja nuevo

Es sencilla y generosa
pues hecha está de harina y leche
sin necesitar poco más para ser sabrosa
no hay nadie, que con sal, a ella deseche


Asediada en manguera pastelera
y así, sin apretar mucho la sesera
calculo yo que de la masa entera
saco entre 60 y 69 de la chistera



Se baña en aceite caliente
crepita envuelta en pan
 y con ojos expectantes, ahí van,
todos dispuestos a meter el diente



@ Samier 2015 12 

2015/11/17

Obra Pública

Eran dires y diretes
Trabajos y trabajetes
Todos estaban pendientes
Y algunos eran escribientes

Unos usan sus atribuciones
Tratan de imponer sus condiciones
Y entre partidos e instituciones
Dejan a los paganos sin prestaciones
La obra de Alharaca
Suena como maraca

Entre dires y diretes
Están en juego los dineretes

Son cambios sobre el proyecto
Todos le echan cuento
Y si nadie parece abyecto
¿A qué vino tanto invento?

¿No sería que desde el principio
Fue precipitación consejera
Que voces a punto de ripio
Nos dejaron agujero, en faltriquera?

Suele llevar al desenfreno
Jugar con el dinero ajeno

                                                                    
                                                                                     

                                                                        © Samier 2015 11 

2015/10/19

Eras


En la edad en que el tiempo no existe, corren a jugar en descontrolada alegría, inocencia pura y sencillez de pensamiento primario. Coger las frutas de los árboles situados al otro lado del muro, tras cruzar el prado de las sorpresas, donde las ranas y grillos cantan, tiene delito para quien no permite el acceso y amenaza a la inocencia con sal comprimida en el culo. El guardián comprensivo nunca dispara su escopeta, asusta con sus gritos, pero deja huir con los “perucos” en el bolsillo a los seres sin tiempo. Son  Eras, ya imposibles, de mi ciudad pequeña, León.


@ Samier 2015 10 

2015/10/06

Tortura

Apenas se pudo levantar. Esta vez, él había ido muy lejos. No le dolían solamente los golpes que recibió con el pie en el culo, la espalda, piernas y tronco. Ninguno delante, pues desde el primero de los golpes se dobló como un feto, protegiéndose con sus brazos la cabeza, y todo lo que pudo. Le dejó en el suelo un instante que le sirvió para poder incorporarse muy lentamente, apoyando sus rodillas, para tratar de erguirse. Entró de nuevo la fiera con un cinto en la mano y sin mediar palabra le marcó la cara y espalda, haciéndole brotar gotitas de sangre, que impregnaron el arma de tortura.

Cuando se despertó, una luz natural intensa volvió a cerrarle los ojos. Con intermitencias y mucho miedo, abrió y cerró los párpados, hasta que poco a poco la luz ambiente dejó de hacerle daño. Se encontraba en el hospital, aún con espasmos y un temblor intermitente, que le hizo permanecer en duermevela durante todo un día.

Nadie le visitó, ni se interesó por él. Fue atendido por los servicios sociales que le habían recogido en la puerta de su casa en estado inconsciente. Pasó veinticuatro horas fuera del mundo, o mejor, sin contacto con él. Tres días más entre el frío y los calores del cuerpo estuvo luchando por sobrevivir, hasta que logró incorporarse de la cama, gracias a los cuidados del frío equipo médico.

No articulaba palabras, se comunicaba con los ojos y movimientos ligeros de cabeza. Fue tratado por especialista, pero siguió sin hablar. Se hizo un experto de la comunicación en una dirección y un sentido. Se hacía entender en lo que quería, pero no hablaba de nada, inmerso en el mutismo más absoluto. A pesar de su manifiesto desequilibrio, en un ambiente de recortes presupuestarios, fue dado de alta y llevado, por orden del juez, a un centro para menores, con el fin de protegerlo del progenitor que le había dado una última paliza, y que más pronto que tarde volvería a su casa al carecer de antecedentes penales.

Ensoñaciones explosivas, que hacían saltar por los aires todo lo que le rodeaba, coincidían con los latigazos que había recibido, especialmente en mitad de la noche. A los dos años, por primera vez en su vida, se le dibujó una sonrisa de aparente felicidad, al ver saltar por los aires el lugar de su tortura, y el alarido de un rostro fragmentado, el de su padre.


 
@ Samier 2015 10 

2015/09/29

Un día más

A su vuelta al trabajo, Juan Balas no pudo contener su verborrea cuando Pedro Sonrisas le preguntó por el largo fin de semana con Sibila. “Chico, qué primer día en el balneario, mármol de Carrara a color en suelos y paredes, con una temperatura ambiente que podías regular a tu antojo, espacios en la habitación de dimensiones siderales, ambientados con olores de fragancias indescriptibles por agradables, esculturas modernistas en lugares que atraían la atención, sin molestar,  vistas a la montaña y a la mar, día espléndido, noche cálida, un servicio de habitaciones que incluía masajista a cualquier hora, y una recepción de Armand de Brignac que nos bebimos en un abrir y cerrar de ojos, que eso sí, no volví a abrir hasta el día siguiente, con Ángeles”.

-         ¿Ángeles? Le interrumpe sonrisas.

“Bueno, sí, déjalo así. Encantada de ese primer día. El segundo fue un continuo hedonista de endorfinas y adrenalina, de paseo en bicicleta, vuelo sin motor, submarinismo, masaje tailandés y degustación gastronómica. Agotador, quedamos agotados Mercedes y yo, pues la vida del turista parece que no, pero es muy cansada”.

-         Pero bueno Balas, Ángeles, Mercedes, nada de Sibila y al final ¿qué? “sí, claro, al final hubiera necesitado un día más…”


@ Samier 2015 09 

2015/09/08

Puerto Amor


Sacaron la película de sus proyecciones, dejaron que sus sentimientos vieran lo que estaban buscando en eso que han dado en llamar idealización de enamorado, y pasaron a engrosar la fila de los que han vivido la pasión. Esa ciega que no deja ver al otro en su integridad.

Pasaron los años, y poco a poco la realidad de la piel iba dejando ver un poco más del otro, de tal forma que el enamoramiento perdía brillo, con el desgaste de la vida, más en sus bajos que en sus altos, pero ganaba el calor de los dos, apoyados en el báculo de lo verdadero y en el deseo del bienestar del otro, sin intentos de cambio.

Les volvió a tocar  la vara del deseo,  en un intercambio de bienestar mutuo que invadió cuerpo y alma, sin importar la forma de ser cada cual, pero con el placer de buscar que el otro estuviera bien, en un enamorarse de lo diferente, que les llevo a atracar en el puerto Amor.


Gracias a Jorge Bucay
Con su: “Amarse con los ojos abiertos”.


@ Samier 2015 09 

2015/09/03

Retrato

Busto de un hombre pulido por el tiempo, de mirar a los ojos y actitud reflexiva. Sus labios finos para dejar hablar, y amplia oreja acostumbrada a escuchar. Párpados que la edad ya no respeta, ligeramente apoyados en sus ojos, le confieren dulzura a su mirada. Los pómulos saltones de su rostro dejan espacio para formar una mueca entre nariz y boca que le dan un conjunto entre burlón y comprensivo. De mentón saliente, te hace pensar en una voluntad férrea, que se sostiene en principios bien formados por el tiempo vivido,  intuidos en reflejos de su amplia frente.


Fotógrafo: Andrés Martínez Trapiello.
Mi amigo en facebook.

@ Samier 2015 09 

2015/09/01

Ambiente

Manipulan el fruto seco de la ignorancia pura y dura, condimento
de ensalada hecha con aceite viejo de desidia, carente de la sal del 
entusiasmo, plena de la amargura especulativa ya vinagre viejo, 
para que sigan en acomodaticia queja hecha a sebo pasado, 
sentados en los sillones de los despidos, y servida sin brújula ni 
rumbo, perdidos en el laberinto de la codicia indigesta que 
envuelve el mundo.



© Samier 2015 09 

2015/08/25

Baile

¿Sientes mis dedos sobre tu espalda? Le dijo él colocándose delante, frente con frente, y dándole un pequeño impulso hacia si, al tiempo que estudiaba la cadencia a la que tenía habituado su cuerpo: ¿flexible, rígido, blando?
Sí, le contestó ella, abrazándose con su mano izquierda en alto, a la espera de que su derecha le tomara el alto de la espalda. Adelantó el pie izquierdo para no caer en su cuerpo como si fuera un pesado saco de arena.
Eso es, susurró con una leve sonrisa que se quedaba en mueca. Ella era dúctil desde el primer impulso y sus pies se movían con un control preciso cargado de intuición. Sabía bailar aunque no tenía conciencia de ello.
Fotógrafa: Ruth Bernhard
Mil, dos mil, un millón de veces llegó a posar él la yema de los dedos sobre el valle delicado de su hombro. Antes de que su intención se hiciera tacto, su mirada les indicaba el momento y la cadencia de sus pasos, hasta lograr con los ojos cerrados la interiorización de la coreografía que la música pedía.
La música, en su interpretación corporal, era cincelada en cortes perfectos, y su ritmo, raptado por la concreción del movimiento. Bailaron así por un tiempo, percibiéndose en un nirvana que tensaba sus cuerpos hasta integrarlos en un mecanismo único, ingrávido, cálido y próximo.
El día se hizo baile. Pasaban las horas y una amalgama de calor, música y luz escarlata emanó de los pies danzantes, se extendió por los dos cuerpos, pura música en su vibración, dejando ver un difuminar de formas cada vez más blancas, más intensas y más etéreas.

Fotógrafo: Howar Schatz
Realmente, tocaron el éxtasis en un abrir y cerrar de ojos, mientras una nueva melodía volvió a apoderarse de sus formas y éstas a desprenderse de la música, dejando al dúo agotado y en un letargo que el tiempo se encargó de obrar en un nuevo despertar que duró una vida.


© Samier 2015 08 

2015/08/18

Impostura al sol

Ágil Slop, ciego y lleno de codicia, cruzó la gatera para colocarse al sol de invierno, en el lugar que más la placía, desde donde podía purgarse a un tiempo.  Siguió Kiko, el bello de mirar huidizo, que se establece en su atalaya de líder. Blas, el pequeño del grupo, incordió y saltó a los otros dos, soltando alguna tarascada que otra, para aposentarse donde su capricho quiso, y mirar de frente al sol que le cerraba los ojos en un duerme vela. Lo intentó Miki, pero no cruzó la gatera, arañó ante la indiferencia y gimió hasta que su corazón quedó roto. Entonces, se movieron los tres, olfatearon y dieron vueltas a ese sol en negro que les acabada de abandonar, sin siquiera emitir un "miaou".



@ Samier. 2015 08 

2015/07/28

Residencia

Pronto, la idea de que era un hotel se transformó en otra cosa. Muchos de sus inquilinos no podían valerse por sí mismos.  Antes,  más que tarde, me vi yo también en esa situación. Apenas podía levantarme y siempre con unos dolores agudos en mis rodillas,  que la artrosis se encargaba de aumentar y trasladar a mis dedos, ya rígidos, sin apenas movimiento, casi paralizados. La cabeza, en algunas ocasiones lo puedo comprobar, ya no me responde bien. ¡Con qué facilidad olvido las cosas que me acaban de contar¡ Necesito que me cuenten lo mismo dos y tres veces. Mi hija me dice que eso se llama edad, 94 años tengo ya, de eso sí que me acuerdo siempre. Mis amigas de comedor están casi igual que yo, con diferencias en las dependencias, como dicen las auxiliares que nos llevan y traen en las sillas de ruedas, con no demasiado mal trato, según de quién se trate. Seguimos siendo personas, pero impedidas, y eso parece que no lo aprecian, pues no lo sufren ellos. A la juventud les quedan lejos estas sensaciones,  en el tiempo y en su empatía. Yo me resisto a considerarme dependiente, pues intento levantarme de la silla y ya van tres veces que me caigo por no hacer uso de las ayudas. Testaruda soy y por eso sigo viva, pues además me aterra pensar en que un día … Mi cara se transforma cuando veo llegar a cualquiera de mis hijos, y mira que yo no he sido una persona dada a manifestar mis sentimientos, pero ahora…¿qué estaba diciendo? Ah sí, que me dejes en paz. ¡Vas a saber mejor que yo ponerme las bragas! ¡Quita…! Qué duro es sentirse sola e imposibilitada. He tenido un episodio de depresión, pero la rabia que siento me mantiene a flote, incluso me olvido y me repito, pero soy capaz de sonreír y divertirme cuando hay espectáculos en este lugar en que me encuentro, que no sé realmente qué es …



© Samier  2015 07 

2015/07/21

Era una foto

La excitación poseyó mi cuerpo y no podía perder tiempo. Quería quitarme el sabor de mi cigarrillo que fumé con profunda ansia mientras esperaba la llegada de Clodo. Acababa de escuchar como metía la llave en la puerta y me dispuse a esperar sobre la cama para dejarle observar con parsimonia mi lencería nueva y el deseo de mi alma.

                                                Autor foto desconocido

Gritó mi nombre desde la puerta. Su voz profunda excitó más su voluptuosidad, como si en mi oído penetrara el encanto de Narciso ante el lago. Me coloqué de forma que creí irresistiblemente sensual. Abrió la puerta, me miró rápidamente y dijo: ¿ Todavía así? ¡ Venga, que vamos a llegar tarde! Me levante de la cama y solté sin control el café de las cinco.


Samier 2015 07 

2015/06/05

Amor es vida

Por el camino de niebla, sin rumbo, sin asideros, sin referencias, el corazón avanza y rige una razón excitada, sin sosiego, que se debilita con la misma parsimonia que la madera con carcoma, y deja una aspecto íntegro, pero roto. Si el caminante de la vida, a pesar del sinsentido en que se mueve, logra imponer su voluntad, verá como la luz de su interior abre, con llamada muda de gritos, una vía de luz hacia la luna, en la noche oscura.

La música de un riachuelo percibida en el bosque espeso de robles pule las piedras de su seno, dando el más hermoso de los brillos, lo que es interpretado y recibido por el que anda como canto celestial que altera, aún más si cabe, los más profundos y maltratados instintos del que busca sin descanso, aunque sus ya aturdidos, pero todavía no desequilibrados sentidos, le hagan verse como la marioneta que vive pendiente de los hilos más finos, cuasi-ajenos y delicados, que sólo el propio ímpetu sostiene, y que las pequeñas cosas que le rodean e influyen ayudan en el viaje salpicado de incertidumbre, hacia una meta incierta.

Pero aún, cuando la pesadilla no pase, si el objeto del deseo se manifiesta claro, como la maravillosa noche de la luna llena y firmamento estrellado, la comunión se establece, y los elementos más alegres con que se manifiesta la vida invaden con acordes de amor y más entrega el deseo de compartir la propia esencia que a uno sostiene sobre la tierra caliente y acogedora.

En los días de madurez, la primavera de la existencia y el anuncio de su ocaso juegan con la inocencia de los primeros días a la búsqueda de un tiempo propio, en la serenidad del que se sabe que no es eterno.


En esa época de la existencia, cuando el ansiado amor se digna penetrar el alma del que anda, las dificultades se desvanecen, las voluntades de dos se hacen una, el más estrepitoso de los ruidos no se escucha o se entresacan de él armoniosos acordes de fuerza exultante. Todo se positiva y todo es susceptible de ser mejorado, pues es tiempo, en los inicios de la madurez, de escuchar el grito interior que clama y reclama para sí, para nosotros, la vida.


Fluyo en vida de amor a Carmen.
© Samier 1994

Renovado hoy 2015-06 a través de este blog. 

2015/06/01

Invisible

Se despertó diferente, con sensaciones renovadas, las molestias habían desaparecido y ni las piernas estaban agarrotadas. Un exceso de endorfinas se había apoderado de su cerebro durante la noche y había podido dormir profundamente. Se levantó de la cama descansado, incluso ágil. Era pleno invierno y apenas sentía el frío. Abrió la ventana y respiró profundamente el aire de la noche cargada de luces lejanas, que se difuminaban con el inicio del amanecer.


El suelo había perdido la resistencia natural a su peso. Siguió sin encender la luz, recreándose en mantener los ojos cerrados y tantear así su equilibrio y sentido de la orientación. Se puso ropa de deporte, protegiendo sus manos con guantes y se calzó pensando que las nuevas zapatillas eran extraordinarias, pues la sensación de andar sin tocar suelo empezó a sorprenderle gratamente.

Salió al bosque que rodeaba la casa y abrió los ojos por primera vez. Los árboles callaron las palabras habituales que provocaba el aumento de la temperatura del nuevo sol al articular sus hojas. Quedaron mudas.

Comenzó con un paso rápido, atemperó el ritmo para soportar un ejercicio constante y que durara al menos una hora, sin percibir el silencio extraño del bosque Era un experto en regular su esfuerzo, aunque hacía ya más de un año que no movía un músculo, más allá de lo estrictamente necesario.

Del caminar pasó al trotar agachando la cabeza. Se volvió a sentir extraño, demasiado liviano. Instintivamente miró su rastro. Apenas se marcaba la huella de su pisada en la tierra húmeda y era muy leve en la nieve que se encontraba a la orilla del camino. Siguió avanzando con calores fríos que achacó al invierno, pero no noto fiebre, y si cómo se encogía su estómago. El ejercicio no provocaba los típicos síntomas de desgaste.

Era un correr fugado de sí mismo, se sentía ajeno. Se alejaba del rincón caliente de su ser. Sin calor, pero también sin frío. Como la niebla ante el sol, un placer de desvanecimiento se apoderó de él, dejando de estar aquí y allí, para estar sin estar en ningún lugar, pero en todos.



© Samier 2015