Amante
Contaba
con los atractivos físicos suficientes para pasar por una mujer bien
hecha, sin tener la belleza de un supuesto querubín, ni el cuerpo de
una hurí soñada en la yanna. A esas condiciones añadía su verbo
fluido y preciso, de oratoria y entonación delicadas, oportunidad al
hablar tras escuchar, esmero en los detalles y en los gestos, y
saberse rodear de una aureola de generosidad y espíritu libre, que
mostraba en lo que escribía. Cocoflor no se enamoraba nunca. Desde
su narcisismo percibía que nadie reunía los mismos atributos que
ella poseía. Incluso muerta sonreía coqueta a la vida.
3 comentarios:
El narcisismo al final la dejará sola.
Buen texto.
Abrazos
Gracias por comentar, Manuel Montesinos. Así me parece a mi que se puede llegar a ser cuando el egoísmo nos ciega bajo una o varias de sus múltiples formas...
Gracias por comentar, Manuel Montesinos. Así me parece a mi que se puede llegar a ser cuando el egoísmo nos ciega bajo una o varias de sus múltiples formas...
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