Indigesto
Entre
el poco espacio que dejaban las nubes cargadas de agua salió ese día
un rayo de sol atravesado. Tan propio él, lo había mirado de
frente. Quedó herido en los ojos, que cerró instintivamente antes
de partir al viaje que nadie puede contar. “No podrás conmigo”,
se dijo, mientras sobre el sofá le doblaba en dos el pinchazo en el
vientre. “Lo que ha de ser que sea, y si es aquí y ahora, mejor
que mañana” pensó con obstinación desafiante. Y quien quiera
leer que lea: Salió en ráfaga de metralleta liberándose así del
aire que aprieta.
© Samier
2014 05
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